Cuando hablamos de ESPIRITUALIDAD y NATURALEZA es preciso destacar la diferencia entre naturaleza-medio ambiente (con n) y Naturaleza-phusis (con N) Son dos conceptos distintos que más adelante definiremos. La experiencia espiritual se logra cuando sintonizamos con la phusis. Una de las formas (no la única) de lograr esa sintonía es a través de la naturaleza-medio ambiente.
El concepto de naturaleza (en minúscula) se asocia al de medio ambiente, especialmente desde hace unos cincuenta años con el auge de la Ecología. Este concepto tiene dos caras. La que aparece en los reportajes de National Geographic y similares, es decir la forma idílica. Y la que se nos presenta en forma de denuncia de la contaminación y la degradación ecológica, en informes tanto oficiales como no gubernamentales. En ambos casos estamos hablando del entorno en que vivimos los humanos, con sus características y equilibrios químicos, físicos y biológicos.
La phusis es un concepto filosófico aparecido en la antigua Grecia. Normalmente se traduce por naturaleza, así en mayúscula, porque es algo mucho más amplio que el medio ambiente o naturaleza en minúscula. Para algunos es el Todo, incluso Dios; para Seneca era la razón divina inmanente al mundo en su totalidad y en cada una de sus partes. La phusis ha permanecido con distintos nombres a lo largo de veinticinco siglos; en tiempos recientes, a partir de Heidegger, se asocia al concepto de Ser, el ser que se esconde en la Totalidad no conocida ni cognoscible y que se nos muestra en apariencia, en forma observable, en “lo que está ahí” (la phusis)
Los humanos formamos parte de esa phusis, y como he escrito antes, nuestra espiritualidad aparece cuando entramos en contacto, vibramos con ella.
Pero como la naturaleza-medio ambiente también forma parte de la phusis, nuestra conexión espiritual se puede lograr a través de ella. La parte, la apariencia, nos puede llevar al Todo.
La armonía también se puede lograr a través de otras vías, como el misticismo o la revelación, de las que posiblemente hablemos otro día.
Pero ¿Cómo conseguir esa vibración espiritual a través de la naturaleza-medio ambiente?
La respuesta es básicamente a través de la contemplación. Se trata de una mirada atenta, aunque no me gusta la expresión “mirada”. Es más bien una percepción global: vista, oído, gusto, olfato, tacto… Y energías sutiles (especialmente telúricas) del lugar. Otro día hablaremos de cómo percibimos esas energías sutiles.
Para obtener una buena percepción global es preciso evitar las barreras que crea nuestra mente consciente. Para ello hay que evitar las distracciones creadas por otras personas o por pensamientos. Se trata en el fondo de aplicar técnicas de meditación. Existen muchas de estas técnicas; personalmente la que me gusta más es la de estar activo en medio de la naturaleza, realizando tareas rutinarias (cortar leña, nadar, buscar setas…) que mantienen ocupada mi mente consciente y permiten que la percepción global penetre cada vez más profundamente en mi conciencia.
Cuando la percepción global va avanzando a través de niveles cada vez más profundos, empieza un proceso de fusión, de vibración que puede llegar a conectar, con mayor o menor intensidad, con la phusis.
No es fácil, pero de lograr ni que sea una única vez esa conexión, se entra en un estado en el que se es consciente de que es posible lo que decía “William Blake Cuando las puertas de la percepción se abriesen todo aparecería a los hombres como realmente es: infinito. Pero el hombre se ha encerrado en sí mismo hasta ver todas las cosas a través de las estrechas rendijas de su caverna”
Enric Aulí auli, espiritualidad, medio ambiente, phusis
Consultado por:
Danilo Oliveros García
Docente de Medio Ambiente
Bienestar Universitario
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